Pérdidas y desperdicios de alimentos en Latinoamérica: Desafíos y aportes de la ciencia y la tecnología.
Por Laura Neirotti, Especialista en Pérdida y Desperdicio de Alimentos
En América Latina y el Caribe, reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos se ha convertido en un desafío central para avanzar hacia sistemas agroalimentarios más sostenibles, competitivos e inclusivos. La cuestión no es solo económica: tiene un impacto directo en la seguridad alimentaria, el bienestar social y el medio ambiente. Para abordarla, se requieren respuestas basadas en innovación y colaboración entre gobiernos, industria, academia y ciudadanía.
Principales desafíos y oportunidades
- Normativa y regulación: Las leyes actuales no siempre acompañan la sostenibilidad, generando descartes innecesarios de alimentos seguros y nutritivos, especialmente en productos refrigerados. Actualizar la normativa para habilitar el uso de subproductos y revisar criterios de decomiso permitiría aprovechar mejor los recursos y reducir desperdicios.
- Cambio climático y variabilidad ambiental: La falta de información precisa sobre lluvias, sequías, suelos y cuencas limita la capacidad de anticipar y gestionar pérdidas. Integrar sistemas de alerta temprana, sensores remotos y herramientas de predicción climática ayudaría a proteger la producción y minimizar mermas.
- Logística y transporte: La fuerte dependencia del transporte por carretera y la escasa utilización de alternativas multimodales encarecen traslados, generan emisiones y aumentan mermas, sobre todo cuando los centros de consumo están lejos de los lugares de producción. Planificar rutas más eficientes e incorporar transporte multimodal puede reducir pérdidas y costos.
- Localización industrial: Gran parte de la industria se concentra en zonas urbanas, lejos de los centros de producción de materias primas, lo que dificulta la integración de la cadena y eleva los costos de transporte. Desarrollar polos de procesamiento cercanos a la producción primaria podría mejorar eficiencia y reducir desperdicios.
- Capacidades técnicas y tecnológicas: Es clave fortalecer la capacidad instalada y el conocimiento técnico en toda la cadena, incorporando tecnologías modernas, soluciones inspiradas en la naturaleza y prácticas más eficientes. Además, la formación continua de los equipos permite aprovechar al máximo la innovación, mejorar la eficiencia energética y de materiales, y generar valor sostenible para la industria y la sociedad.
- Consumo y hábitos alimentarios: Los cambios demográficos y culturales no siempre se reflejan en los patrones de consumo, provocando desperdicio en los hogares. Fomentar educación alimentaria, hábitos responsables y conciencia sobre planificación de compras puede disminuir significativamente las pérdidas.
- Formación profesional: Fortalecer la formación terciaria y universitaria integrando enfoques de ciclo de vida y trabajo colaborativo permitirá preparar a futuros profesionales con una visión sistémica. Combinar saberes técnicos y colectivos potenciará su capacidad de acción y fomentará soluciones innovadoras para reducir pérdidas y desperdicios de alimentos.
- Externalidades del sistema: Incorporar los costos ambientales y sociales (agua, suelos, nutrientes) de la producción y el desperdicio de alimentos en los balances económicos de la cadena permite tomar decisiones más responsables y sostenibles, promoviendo un sistema alimentario que aproveche mejor los recursos y genere beneficios para la sociedad y el ambiente.
Mejorar la investigación y la transferencia tecnológica, fortalecer la coordinación institucional y potenciar la comunicación y educación alimentaria son elementos clave que multiplican el impacto de todas las acciones a lo largo de la cadena, permitiendo que los avances en normativa, logística, tecnología y hábitos de consumo se traduzcan efectivamente en menores pérdidas y desperdicios.
El papel de la ciencia y la tecnología
La innovación se ha convertido en un aliado estratégico para reducir pérdidas y desperdicios de alimentos, generando impactos positivos a lo largo de toda la cadena: desde la producción hasta el consumo. Las soluciones tecnológicas permiten optimizar recursos, mejorar la eficiencia y transformar lo que antes era residuo en valor:
- Tableros digitales y sistemas de trazabilidad: detectan pérdidas en tiempo real y facilitan la toma de decisiones, aumentando la eficiencia logística y la disponibilidad de alimentos.
- Envasado inteligente y tecnologías de conservación: extienden la vida útil de los productos, reducen mermas y contribuyen a un consumo más responsable.
- Valorización de subproductos: transforma residuos en bioenergía, insumos industriales o compost.
- Plataformas colaborativas: conectan empresas, universidades y consumidores, fomentando innovación conjunta y soluciones más integrales.
- Campañas digitales y educación alimentaria: promueven hábitos de compra y consumo conscientes, fortaleciendo la participación ciudadana en la reducción del desperdicio.
Conclusión
Reducir la pérdida y el desperdicio en Latinoamérica requiere mucho más que ajustar la producción: exige políticas claras, innovación tecnológica y un cambio cultural profundo. La ciencia y la tecnología aportan herramientas para mejorar la eficiencia en toda la cadena y asegurar alimentos seguros y accesibles.
Superar estas barreras implica fortalecer la investigación, facilitar la adopción de nuevas tecnologías y fomentar la colaboración entre todos los actores de la cadena alimentaria. Invertir en innovación no solo ahorra costos, sino que también mejora la competitividad, protege el medio ambiente y contribuye a sistemas alimentarios más sostenibles.